Y de nuevo, cuestión de perspectiva…
«Hay muchas razones para vivir frenéticos, precipitándonos de una cosa a otra… con altas dosis de ansiedad y temor…
Sin embargo, como bien lo sabe nuestro corazón, es aún más prioritario hacer una cita periódica, con alguien que hemos descuidado en nuestro diario frenesí: nuestro profundo y silencioso yo interior (…)
Pareciera que todo lo que hacemos importa tanto, pero para mantener la cordura, necesitamos escuchar algo distinto, un mensaje de humildad: que todo lo que hacemos y somos, es en realidad irrelevante, al ser considerado desde una distancia prudente…
Desde la perspectiva de las eternas piedras, de los incesantes e impetuosos mares, de los cielos infinitos (…) contemplar las estrellas en la distancia (…) Para contrarrestar nuestra tendencia a exagerar y aterrorizarnos, necesitamos meditar en nuestra rotunda insignificancia, al medirnos en comparación con eones de tiempo y espacio… Incluso en nuestro planeta, hay muchas cosas extrañas, asombrosas, desconocidas… y completamente indiferentes a nosotros (…)
Debemos aprender a desarrollar una conciencia más aguda, de nuestra preciosa, minúscula, posición en el amplio esquema de las cosas, para liberarnos de nuestra imparable ansiedad debilitante, para devolverle algo de perspectiva a nuestra innecesariamente tensa y preciosa existencia fugaz»…
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Este texto pertenece a un extracto del vídeo «Calm» (The School of Life) que aquí os dejo por si tenéis un ratito para deteneros y verlo con calma…
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