Los finales de los inicios, los inicios de los finales…
El final del verano viene acompañado, en este instante, con imágenes del inicio de las clases en el cole. Cuántas veces lo he celebrado. Ahora siento que quizás significaba un cambio, un nuevo inicio. Ahora mismo llegan imágenes de ese momento de forrar los libros. Recuerdo el olor del plástico transparente, al ir deslizándolo en las cubiertas del libro con el afán de cuidarlos. No duraban mucho tiempo con esa apariencia, escribiendo encima, coloreándolos, subrayándolos, dejando un rastro en ellos, dejando trazos de colores a medida que buceo por las páginas, cada una con un paisaje nuevo a descubrir.
Al igual que en los libros, en la vida, da igual si en nuestro día a día, coloreamos cada página, dejando igualmente trazos del paso, o simplemente pasamos las páginas sin leerlas, sin abrirnos a ellas ni atender. Igualmente, las páginas pasan, las leamos o no…
Quizás podría mirar en este momento, ¿es esta página, este nuevo instante, un horizonte nuevo o lo doy como algo cierto y conocido?, ¿creo que ya se lo que viene, que lo sé todo?, ¿presto atención a cada “página” al leerla o estoy siempre esperando las que vienen después sin prestar atención a la que se encuentra abierta en este momento? Acaso este mismo instante sea una llamada a mirar con una nueva perspectiva.
Esperando al final del verano para iniciar algo, para un buen propósito, para un objetivo. Y así, tantas veces sin darnos cuenta nos pasamos la vida esperando un final al inicio, o un inicio al final. Y en medio, haciendo planes para ese momento en el futuro, sin prestar atención a este momento en el presente, tal vez desatendiendo los nuevos inicios y finales de cada instante.
Quizás no es necesario esperar para empezar. Ni esperar al final del verano. Tal vez este instante puede significar un nuevo inicio, el aire se refresca, poco a poco se renueva.
Y qué más sé… En realidad, qué más puedo saber en este momento, es inédito, es fresco, no sé nada, y tal vez nada tengo que saber para atender y disfrutarlo. Sin embargo, en algunos momentos creo que sé mucho, no estoy abierta, sino cerrada, la mente se escapa, quiere “saber”, quiere tenerlo todo controlado, espera, da vueltas y vueltas, y ahí tal vez se extingue la posibilidad de un nuevo comienzo. Cuando estoy distraída, no presto atención, no me doy cuenta del final del inicio de este momento, o del inicio del final de este otro, con lo que llegue, dando la bienvenida y atendiendo tal vez una emoción de tristeza, o una nueva alegría, incluso puede ser que un nuevo asombro…
Cada momento empieza y termina. Al salir del hábito del “piloto automático”, que nos atrapa una y otra vez, quizás este momento puede ser nuevo y fresco. Y si así, en un continuo comienzo, cuidamos los momentos, prestamos atención, nos cuidamos, cuidamos el vivir la vida instante a instante, sin dejar que se nos escape sin ni siquiera darnos cuenta… Con la práctica de la atención consciente, a cada momento es posible prestar atención, cada momento es una nueva oportunidad de reiniciar…